No hay dudas de que la llegada de un nuevo integrante a la familia revoluciona la casa. Y así como cuando hay otro niño, hay que estar atentos para evitar los celos, con las mascotas sucede algo similar.
La primera impresión es la que cuenta: Si hay posibilidad, antes de la llegada del bebé a la casa, se le puede acercar a la mascota un pañal usado o una ropita del bebé para que la huela. Eso posibilita la adaptación gradual ya que cuando llegue el bebé del sanatorio no le resultará extraño su olor.
El primer encuentro: la forma en que la mascota y el bebé se descubran determinará el tipo de relación que se genere entre ellos. Con la llegues a casa, saludá al perro y permití que él olfatee al bebé despacito. Esto te permitirá estudiar y anticipar las reacciones del animal. Si quiere lamerlo hay que evitar gritarle con desesperación sino utilizar un tono firme pero delicado. No asustar al animal es la clave. Algo cambió en la casa, pero no tiene que sentir que eso es negativo. Una buena idea es que el perro comparta algunas de las rutinas del bebé, por ejemplo, puede estar presente cuando lo sacas a pasear o le cambias los pañales.
No confiar un 100%: Por más que el animal que tenemos en casa sea amigable con los niños. A veces, con ánimo de curiosear o jugar o de querer brindarle cariño, puede lastimarlo involuntariamente. Nunca hay que dejar al niño solo con la mascota.
Convivencia: Es indispensable enseñarle a los niños que los animales no son juguetes. A medida que el niño crezca y comience a hablar, hay que enseñarle que el animal puede estar cansado de jugar y que siempre debe respetar sus momentos de sueño y comida.
Vale recordar: que siempre, y más si hay niños en casa, hay que tener vacunado al perro, desparasitarlo frecuentemente; bañarlo y cuidarlo mucho.
Silvina Faldani es la creadora de Bien Fifí, Pet Boutique (www.bienfifi.com.ar)