El parto humanizado valora el protagonismo de la madre, el padre y el hijo, atendiendo a sus deseos y necesidades, respetando su libertad para decidir cómo, dónde y con quién transitar este momento crucial de sus vidas.
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Muchos creen que el parto humanizado o natural es parir sin anestesia, sin monitoreo sin esto y sin aquello… especialmente sin control y seguridad. Es que nos han venido transmitiendo que el parto es una situación de riesgo y que necesitamos de un montón de tecnología y procedimientos médicos para evitar los “posibles peligros”. Partiendo de esta idea, los partos son cada vez más atendidos como enfermedades y menos entendidos como momentos de vida desde lo más próspero de cada mujer.
El cuerpo femenino esta absolutamente preparado para procrear, anidar, gestar, parir y amamantar; solo en un pequeño porcentaje (10 %) las mujeres presentan una patología previa o durante el embarazo ante lo cual efectivamente requieren asistencia médica.
En principio, todos los instrumentos para parir los tiene el cuerpo, es importante que la mujer sepa que su cuerpo está milimétricamente preparado para este momento. Solo hay que dejarlo hacer, liberarlo del miedo construido en base a la ignorancia o a la matriz cultural de que parir es como estar enfermo. La preparación para el parto es un camino hacia la habilitación del saber ancestral que habita en el cuerpo de cada mujer.
Para que el parto pueda fluir naturalmente es necesario favorecer ciertas condiciones ¿Cuáles son estas condiciones?
Libertad de movimiento
Numerosos estudios demuestran que la posición vertical favorece el parto y la horizontal la entorpece, en posición vertical se aprovecha la fuerza de gravedad, la vagina se amplía y acorta, además la cabeza del bebé ejerce una presión sobre el cuello del útero que estimula la dilatación. Es importante que la mujer pueda moverse con libertad buscando las posiciones y los movimientos que su cuerpo le sugieran, la mujer que ha logrado confiar en su cuerpo y en su capacidad para parir y que es acompañada con respeto sabe escuchar los pedidos de su cuerpo buscando las posiciones que la alivien como las cuclillas, sentada en un taburete, en cuatro patas, colgada de alguien, de pie etc.… El “saber corporal” indica en todo momento cuál es la postura idónea mediante un lenguaje infalible, la más cómoda es también la más fisiológica, por eso es crucial alimentar en la mujer la capacidad de confiar en ella misma y en su capacidad corporal para parir.
La episiotomía (corte en la vagina realizado por el médico) y el fórceps (especie de espátulas para extraer al bebe artificialmente) son procedimientos técnicos que sustituyen la capacidad natural de la mujer con las penosas consecuencias que ellos pueden acarrear para la madre y el bebé.
Intimidad, seguridad afectiva, confianza, apoyo emocional
La única forma de humanizar el parto es reconectarnos con el hecho que somos una especie mamífera. Todas las hembras mamíferas necesitan una atmósfera de intimidad donde sentirse calmas seguras y protegidas; en ese clima cálido e íntimo la mujer puede entregarse a la experiencia primal de parir. En el torrente sanguíneo de la madre debe liberarse un cóctel de hormonas que rigen el parto. Estás solo se liberan en situación de seguridad afectiva.
El Obstetra Michel Odent dice que la oxitocina (encargada de las contracciones uterinas) es una hormona “tímida” y que hay que garantizarle una atmósfera de confianza para que se haga presente en el torrente materno. Y dado que la presencia de oxitocina es esencial para que se desarrolle el parto deducimos entonces que un ambiente íntimo y seguro es crucial para que el parto pueda fluir.
Cuando una mujer ha avivado la confianza en su capacidad para parir y esta acompañada de un modo tal que se potencie esta capacidad, la mujer puede aislarse del resto del mundo y aventurarse a dejarse guiar por su cuerpo y sus sensaciones.
Ambiente y entorno apropiado
El parto esta regido por el cerebro mamífero (cerebro emocional) y la activación del neocórtex (cerebro racional) lo inhibe, debe pues evitarse todo aquello que active el pensamiento racional en la mujer que esta de parto; hablarle sin necesidad, hacerle preguntas, darle órdenes, interrumpe su “viaje interior”. También interfieren las luces, los ruidos, el frío, la indicación de no comer, la incomodidad de tener que mantener una postura determinada o de estar en un lugar poco acogedor. Las condiciones apropiadas para un parto se asemejan a las que se requieren para dormir: intimidad, penumbra, silencio, clima cálido y todo lo que permita a la mujer ensimismarse.
“Empoderamiento” y Libertad de expresión
Hacer crecer en la mujer la confianza en ella misma y en la naturaleza es fundamental. Para ello es importante que la mujer y su pareja se sientan contenidos por profesionales que los escuchen y les brinden información, con los que se sientan cómodos para hablar de sus temores y sus dudas. El embarazo es una etapa de la vida propicia para la transformación y el aprendizaje…tal vez es para una mujer “la” oportunidad para captar su gran potencial como creadora y dadora de vida. Una mujer que durante el embarazo haya podido comprender su capacidad y su fuerza posee la llave para abrirse a la experiencia de parir a su hijo.
En cuanto a la libertad de expresión se refiere a que la mujer, cuando experimenta dolor, lo mejor que puede hacer es darle lugar. Sumergirse y aceptar el dolor es condición necesaria para la producción de endorfinas, que son las encargadas de amortiguar y modificar la percepción del dolor. Por el contrario el temor y la represión de las sensaciones frenan el proceso natural transformando un dolor “transitable” en un sufrimiento difícil de soportar.
Hay modos naturales muy eficaces para calmar el dolor como el agua caliente, los masajes, sentarse sobre una pelota de goma, buscar la postura más cómoda, escuchar música relajante, mecerse en un abrazo con el compañero, etc. También aquí hay que desandar el saber popular respecto del dolor del parto, el conocimiento respecto de qué es lo que una mujer puede llegar a percibir en su cuerpo y el porqué de estas sensaciones tan intensas ayuda a poder transitarlas con coraje y tranquilidad.
Asistencia profesional respetuosa
La elección del profesional es fundamental, hay quienes trabajan a favor de la humanización del parto y otros que entienden el parto como un acto médico, realizando una serie de rutinas a todas las mujeres y sus bebés, que no solo son innecesarias sino que son contraproducentes.
Los profesionales que asisten un parto humanizado van entablando a lo largo del embarazo un vínculo de mucha confianza con la mujer y a la hora del parto saben acompañar en un discreto segundo plano, sin interferir, confiando en los recursos de la mujer para dar a luz, estando atentos a ofrecer asistencia solo cuando sea conveniente.
Promover el vínculo y respetar los tiempos y la intimidad para recibir al bebé
El primer encuentro entre la mamá y el bebé es un momento fundante y tiene consecuencias duraderas sobre la relación, sobre la confianza de la mujer para amamantar y criar a su bebe y sobre el desarrollo emocional del niño. Madres e hijos tienen que permanecer juntos tras el nacimiento, es lo mejor para ambos. Si el bebe está sano todo lo que necesita es permanecer con su madre y si presenta alguna dificultad habrá que evaluar el costo y el beneficio separándolos solo en caso de urgencia y verdadera necesidad.
Es importante no apurarse a cortar el cordón umbilical mientras siga latiendo y suministrando sangre oxigenada al bebe. Esos minutos son los que el bebe necesita para comenzar a utilizar sus pulmones sin riesgo de privación de oxígeno.
Conclusión
El parto humanizado implica revalorizar la confianza en la propia naturaleza y entregarse a ella. Por supuesto que no supone renunciar a la tecnología sino valerse de ella solo cuando sea realmente necesario. La evidencia científica demuestra que el parto humanizado no solo es más digno para la mujer sino que es también más seguro. Por ese motivo la Organización Mundial de la Salud recomienda una calidad de atención basada en el protagonismo de la mujer y en su fisiología y el mínimo grado de medicalización posible.
El modo en que se inaugure una vida marcará el rumbo de la misma, por eso la vivencia humanizada del parto y del nacimiento, donde lo afectivo tenga un lugar central es esencial para promover un mundo más amoroso y menos violento.
Gisela Yacubowski es Licenciada en Psicología. (UBA) Profesora Nacional de Educación Física y Expresión corporal. Preparadora Psico-corporal para el parto y la maternidad. Psicoanalista de adultos y niños. Es asesora en psicología y coordina los talleres de crianza para padres en el colegio Humanos y forma parte de la red de profesionales que trabajan para promover la humanización del parto. Desarrolla y co-dirige EL CUENCO espacio de preparación y acompañamiento para el parto y la crianza.
Carlos Javier Cosentino es Licenciado en Ciencias de la Educación, Especialista en Didáctica (UBA). Operador en Biocreatividad. Coach. Posgrado en Recursos Humanos y Management Estratégico (UP). Posee amplia experiencia en coordinación de grupos, espacios de reflexión y juego. Talleres sobre crianza y límites para padres. Formación de formadores. Actualmente es consultor en CAINCO. Desarrolla y co-dirige EL CUENCO
Por Lic. Gisela Yacubowski y Lic. Carlos Cosentino