-¿Cómo te gusta presentarte?
-Me gusta presentarme simplemente como bibliotecaria, sin demasiada pompa. Soy Licenciada en Bibliotecología, Ciencias y Documentación, pero me siento mediadora de la lectura, mediadora del conocimiento más que nada. En nuestra biblioteca trabajamos al servicio del docente para que pueda realizar su actividad en cualquier nivel: inicial, primario, secundario, terciario, universitario. Inclusive, se trabaja también con investigadores de la Historia de la educación; entonces también desde ese lugar un poco hacemos mediación en el conocimiento de la información. Yo terminé la secundaria y quería estudiar dibujos animados, entonces me puse a estudiar en un instituto de Avellaneda, en el año 2000. Era muy tradicional la manera en que enseñaban, no me terminó de convencer y me pasé a Bellas Artes. Estuve en Bellas Artes unos años más. Tampoco era lo mío. Es una cosa rarísima, o sea, sí me gustaba todo lo relacionado con el arte, pero como que no me terminaba de cerrar, hasta que por ahí un alma caritativa, me dijo: “¿No te gustaría ser bibliotecaria?”, y yo dije: “Ay, qué lindo ser bibliotecaria”, no se me hubiera ocurrido jamás estudiar para bibliotecaria, y entonces ahí, ella, esta persona, me llevó al instituto donde terminé la carrera y encontré un mundo interesantísimo sin ser docente. Yo creo que todos deberíamos pasar por un trabajo dentro de la escuela, aunque sea un mes trabajando en la escuela, para que después la gente sepa de qué está hablando cuando dicen “porque los maestros, porque los docentes”, por esas cosas… Incluso todos los bibliotecarios deberíamos pasar por un trabajo, aunque sea cortito, pero dentro de la experiencia escolar, porque tiene muchas desventuras por supuesto, pero también tiene muchas cosas muy ricas, muy lindas, gratificantes y va mucho más profundo de lo que es un trabajo común.
-¿Cómo llegás al mundo del juego y el juguete en los libros?
-Llegamos charlando con Marcela Díaz, que es parte del equipo de Patrimonio BA. Yo la conozco a Marcela de otros contextos, siempre trabajó en Patrimonio, y además porque la Biblioteca del Docente, que es donde yo ahora me desempeño, tiene una colección de libros antiguos muy interesante. Hace más de 20 años que trabaja todo lo que es patrimonio literario; todo el resguardo y cuidado de este patrimonio, y Marcela me comentó que había algunos encuentros que eran abiertos al público, que podíamos hacer juntas, y empezamos a pensar. Mi taller La representación del juego y los juguetes en libros antiguos consistió en dos encuentros, y no era el único. Había otros que consistían en un encuentro, otros de dos, y creo que hasta de tres, porque tal vez daban para hacer más cosas. Como era un taller con dos encuentros abiertos al público, decidimos que fuera un poco más acotado. Yo no soy especialista en historia de la educación para nada, ni en juegos ni juguetes ni nada, pero al estar tantos años en contacto con ese material uno va aprendiendo. Lo que me planteó Marcela fue que tenía que ser algo relacionado con niños, era infancia y patrimonio. Y lo primero que se me vino a la cabeza fueron los juegos y los juguetes. Es muy amplio igual, yo le hice una cosa muy general, pensando en que a una persona que no tiene formación en esto la iba a aburrir, entonces dije: “Vamos a hacer algo un poco más general”, y me pareció divertido poder después rescatar. Porque soy fanática del registro de las cosas y rescatar la producción, aunque mínima. No sabía cuánto me iban a responder las personas que participarían del taller, pero aunque mínimo, el registro de lo que me pudieran mandar, como parte de su patrimonio que para ellos era el juego, tenía valor. Obviamente una persona que fue niña, niño en los ‘80 me va a dar un tipo de juego, después había gente más joven que había jugado a otras cosas, qué sé yo, en los 2000 intervenía la tecnología porque había un family game.
-A mí me hizo pensar en el concepto de “textoteca” de Laura Devetach, que habla del patrimonio, del capital poético que todos traemos y atesoramos mayormente en la infancia.
-Claro, bueno en este caso no se ha hecho, no pretendía hacer nada demasiado académico, al contrario, me parecía que el registro espontáneo era lo que buscaba, que me encantó que la gente me respondió en su mayoría. Hubo gente que se unió en el segundo encuentro sin haber participado en el primero, eso fue interesante.
-Hay un tema que es como fundamental en nuestros días, que es el tema de los arquetipos y la heteronormatividad. Por ejemplo, a fines de los ‘70 todo era repetir lo que se espera de una nena o lo que se espera de un varón. ¿Vos viste esos cambios en estos juegos en estos talleres y sobre todo en los libros?
-Se ve ahora en estos tiempos, da la sensación de que estamos yendo súper rápido. Por suerte en un punto, pero también por momentos es como avasallante, de un año para el otro, de dos años para atrás, yo tengo un par de libros que he comprado hace un par de años, uno es Rey y Rey, y ahora veo que de ese tenor es mucho más fácil conseguirlo y digo wow y pasaron nada, no sé, cuatro años. Sí, han cambiado cosas que me parecen bárbaras que hayan cambiado. Como pasa con todos los grandes cambios, así como tan terribles, así tan de golpe, terribles en el buen sentido, por momentos se cuestionan, hay veces que se cuestionan cosas que tal vez no sé si no deberían, o sí deberíamos, pero con un criterio un poco más objetivo. Es el caso de los de los cuentos clásicos, yo soy fanática de los cuentos clásicos como elementos de cierto análisis de un montón de cuestiones, y la realidad es que ponerlos en tela de juicio desde una mirada negativa no me parece que tenga sentido, pero bueno me parece también que es parte de nuestro análisis y de nuestra época. Es lógico que se pongan sobre la mesa un montón de cosas que tal vez después va a decantar. Pasa que hoy estamos haciendo historia en muchos aspectos, eso está clarísimo.
-La colección HTA, tiene que ver con textos escolares, con lo cual el paradigma es como mucho más fuerte porque por la antigüedad que tiene atravesó la época del didactismo.
-Lo que para nosotros es HTA, algo nuestro como Biblioteca del docente, parece un código súper interno como de la CIA y en realidad es, bueno, esto de la Historia de los Textos Escolares de la Argentina y siempre estamos como tratando de entender el camino de la historia de la educación, a pesar de que nosotros no seamos especialistas en educación, de hecho no somos educadores, somos mediadores de la cultura, pero no educadores en sí. Sí tiene que ver la época, porque es lo que había hasta hace bastante poco, pero los manuales escolares son maravillosos y al manual escolar yo le tengo un cariño especial porque a todos nos pasa qué recordamos algún manual escolar de la escuela primaria o secundaria con algún afecto especial, con un odio especial por alguna razón, y te das cuenta cuando empezás en este mundo a trabajar con estos documentos, que es de una cantidad de simbología que baja línea, que llega al chico de una manera súper profunda y llega a camadas grandes de chicos como bien decís. En una época era un solo manual escolar para todo el mundo. Igual, después se fue diversificando eso en las distintas provincias. Nuestra función, siempre lo tenemos claro, es poner en acceso de manera más fácil, lo más simple, para que ese material se difunda. Lo que llegue a quien tiene que llegar, pero bueno en el intermedio, justamente por nuestra condición de trabajadores de la cultura, interactuamos muy bien con todo eso, entonces nos interesa, somos súper cuidadosos y tratamos de estar al pendiente de dos cuestiones, como vos bien decías, o sea el tema de las imágenes llega muchísimo al ámbito escolar y más pensando en niños, no sé, de la década del ‘60 que no había toda la cultura de la imagen que hoy hay, y que en su librito aparecía una imagen. Era una cosa tremenda para ellos porque lo que era, era verdad. Hay varios capítulos de los Simpson, uno que los nenes dicen: “Está en un libro entonces debe ser verdad”, no es bueno eso, es un poco así y hoy en día todavía se le tiene un respeto especial al libro entonces hay que saber también, al igual que en Internet, saber que hay cosas que no escapan o no son de tanta calidad o qué es lo que me interesa a mí porque tampoco me va a interesar cualquier cosa.
-¿Y cuál fue el recorte de tiempo para hacer el taller?
-Creo que fue desde 1886 hasta 2010. Desde 1880 hasta creo que los 70’, 80’, porque me pareció que era lo lindo para ver. No tal vez más adelante ya que son imágenes que podemos reconocer en cualquier lado. El análisis ya tiene que ser un poco más amplio porque como te digo, pensaba en un taller un poco más amplio de público. En definitiva, los juegos y los juguetes tienen que ver con las emociones humanas y las añoranzas de la niñez que, como ya les decía, quién puede decir que tuvo el privilegio de una niñez tranquila, vamos a ver: si no tuvo que salir a trabajar, ni se murió ningún papá o mamá en el medio, bueno, o sea; tuvimos la suerte de poder jugar y de poder disfrutar. Este fue un desafío para mí, pero fue interesante porque la gente respondió bien, tal vez si lo hubiéramos hecho presencial hubiera respondido mejor aún, pero hay una salvedad, que había gente de otras provincias e inclusive de otros países, de Uruguay, entonces eso nos hubiera dado no sé qué. Nos estuvieron contando, no sé, el juego que jugaban en México y en Uruguay cuando eran niños. Lo que yo quise, justamente como sabía que era un público amplio, y yo trabajo también con lo que es alfabetización digital de adultos mayores; quise darles la posibilidad de poder compartir su juego de la manera que ellos quisieran, o sea, desde un podcast, un audio, hasta una imagen; lo que sea, entonces traté de cubrir todo. En el caso de los muy tímidos que no quisieran compartir su voz o su imagen, algún video de YouTube, por ejemplo, que ilustrara el juego que ellos hacían de niños. Por eso en el catálogo aparecen tantos links y demás, porque traté como de darle amplitud de libertad en cómo ellos quisieran contarme su juego o su juguete.
-¿Qué pensás acerca de los libros objeto, que muchas veces se los consideran libros juguetes, esos con abrojos, de tela, o de plástico para la bañera, que a veces tienen texto, otras veces no tienen texto? ¿Son libros, juguetes, ambas cosas?
-Sí, yo creo que es un poco ambos y requieren justamente esta esencia de mediación, o sea, si nos ponemos rígidos en el estricto término de la palabra “libro”, y bueno, capaz, no lo cumple, pero a mí no me importa si eso acerca, aun en la bañadera, a jugar y a creer que se está leyendo en la bañadera porque me parece fantástico, nada más que eso. En la biblioteca nosotros tenemos este tipo de libros, pero siempre todo lo que hay en la biblioteca del docente es para los docentes, o sea, ellos vienen a analizar ese material. No aparecen en la biblioteca del docente nenes de seis años pidiendo eso, claramente no. También se compra algo muy aisladamente y muchas veces vienen los mismos autores o creadores de este tipo de libros a donar su obra porque quieren o tienen un especial interés de que el libro esté en la biblioteca, porque saben que no llega a nosotros. Hay unos libros muy lindos que son libros con unas semillas para leer y después enterrar, pensando en plantar un árbol para reponer el papel. También todo lo que está en las editoriales cartoneras, y hay un montón de material más para explorar.
Walkiria Salinas es Licenciada en Bibliotecología y Ciencias de la Información, Universidad Nacional de Mar del Plata. Carrera de pregrado Bibliotecario C.E.N.T Nº 13. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Directora de la Biblioteca del Docente GCBA.
Entrevista realizada por Mario Méndez y Verónica García Ontiveros para Alija, Asociación de Literatura infantil y Juvenil de la Argentina