Los especialistas coinciden en que el hastío es el lugar en donde se siembra la creatividad y se potencia el desarrollo cognitivo de los niños. Mantenerlos en actividad puede obstaculizar su imaginación.
John Eastwood, Universidad York, en Canadá, ha dedicado tu vida científica a estudiar el aburrimiento porque, dice, "vivimos en una sociedad dominada por la tecnología demasiado estimulados (...) Eso nos pone en una especie de cinta para correr: nos la pasamos esperando cosas que reaviven la curiosidad rápido. Pero eso nos causa más aburrimiento".
La accesibilidad de las pantallas -ahí a la mano como chupete frente a la angustia de la abulia- obstaculiza ese "no hacer nada" tan beneficioso para imaginar, inventar, seguir el proceso de su propio pensamiento, crear juegos o, simplemente, observar el mundo que lo rodea. Objetos inservibles, usos no tradicionales, pocas cosas muy usadas, experiencias contemplativas, algo de desorden... el mindfulness invita a conectarse con el aquí y el ahora. Con aquello que pasa naturalmente, sin estimular lo que sucede. Aprender a apreciar lo que tenemos, acá al ladito. Sin necesidad de sacarle una selfie.
Tal vez podemos apagar las pantallas un ratito y nos tomarnos el tiempo de mirar el cielo y adivinar a qué se parecen las formas de las nubes.
Las tuyas, ahora, en tu cielo ¿qué forma tienen?