Uno cree que la competencia entre padres, momento en que los niños se transforman en el vehículo para agredir al otro, se da necesariamente en la separación. Curioso es detectar que muchas relaciones de pareja abandonan el afecto en algún rincón del pasado y juegan todo el tiempo a exponer al otro a malas experiencias y ¡qué mejor idea que los niños para ello! Los pequeños son el vehículo más cercano -y más doloroso para el otro y para ellos- de expresar cuantiosos sentimientos que no se animan a convertir en palabras.
Aún cuando las situaciones parecen inofensivas, como cuando uno de los papás se hace cómplice del pequeño frente al otro adulto ("no le digas a mamá que hicimos esto...", "no le digas a papá que te compré..."), el mensaje que se transmite es que hay una hendidura entre los padres que el niño puede socavar y que ellos han expuesto casi esperando que eso suceda, como el ladrón que deja pistas demasiado notorias.
No hay esquema de crianza que sostenga un vínculo paterno debilitado. La pareja debe aprender a separar su experiencia como tal y su vida como padres. Frente a los niños y en relación a ellos, siempre deberán mantener la coherencia y fidelidad de aquellos principios que debatieron y acordaron. Los padres son un regimiento de infantería que marcha codo a codo frente a sus hijos, sea para formarlos como para cualquiera de las otras tareas paternas. En cada una de ellas, cuando esa formación se debilita y deja ver claros, el pequeño se resiente de alguna manera consciente o inconscientemente.
Los hijos son los más sagaces detectores de los lugares por los cuales los padres "hacen agua". Así como pueden interpretarlos individualmente, también aprenden a leerlos como equipo. Trabajan a la velocidad de la luz para hallar las filtraciones y tienen el cincel justo para agrandarlas a la velocidad del rayo. Es muy complejo sellar esas pérdidas: los niños siempre tienen más fortaleza que los adultos para insistir y conseguir lo que desean.
En vistas de este fenómeno complejo de solucionar, es que los padres deben -por su propio bien, el de los hijos e hijas y el del modelo de crianza elegido- estar comprometidamente atentos al modo en que se entrelazan para afrontar la marcha de ser papás día a día, dejando de lado sus temas de pareja y/o personales.
Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello