Un término tan ancestral como moderno. ¿Qué es la crianza ecológica? El tema da para muchas interpretaciones y adaptaciones personales, pero, en general, podríamos establecer varios puntos que definen la eco-crianza.
Aunque no existe, afortunadamente, un sello ni certificado oficial que catalogue cómo criamos a nuestros hijos, sí que existen prácticas y acciones que nos acercan más al mundo natural como:
Respeto a los procesos naturales y especialmente recuperación de la lactancia materna como alimentación referente en los mamíferos y vínculo emocional con los bebés.
Comida de verdad y casera. Tras la leche, muchas familias se están declarando “libres de papillas” (elaboradas con harinas muy refinadas y azucaradas) y apuestan por el puchero familiar adaptándolo a la edad y necesidades de los bebés. El “Baby Lead Weaning” -alimentación complementaria a demanda- va ganando adeptos.
Cero residuos: menos consumo y más consciente. El movimiento de las 5 “R” propone rechazar, reducir, reutilizar, reciclar y compostar (del inglés refuse, educe, reuse, recycle and rot). Y esta filosofía también se puede aplicar a la crianza en distintas áreas: pañales de tela, compartir, simplificar, intercambiar y más.
Criar en comunidad. La crianza en solitario es un invento moderno que pasa factura a madres y bebés. La presencia de una “tribu” y redes de madres/padres/familias/amigos ofrece referentes y un sostén físico y emocional que facilita vivencias más positivas y amparadas.
Más naturaleza: el juego al aire libre y respirar oxígeno es más importante que las pantallas.
Huir del adultocentrismo: “mucho tiempo para ser adulto y poco para ser niño“. No nos olvidemos de ello y de que una crianza sana y feliz está asentando las bases de la madurez y de un mundo mejor.