Domingo
22.12.24

7 DE Noviembre DE 2014 | FRANCESCO TONUCCI

20 frases sobre el juego infantil para reflexionar

20 frases sobre el juego infantil que Tonucci nos deja para meditar, evaluar y reaccionar o no.

Desde luego que son frases que no dejan indiferentes, por Francesco Tonucci.

Siempre escuchar a expertos en la materia trae movimiento de ideas en la cabeza, por eso te dejo 20 frases sobre el juego de los niños y algunas de las actitudes de los padres comentadas por Francesco Tonucci: pensador, psicopedagogo y dibujante italiano defensor acérrimo de la infancia y de la “Ciudad de los niños”.

Esta semana asistí a unas jornadas impartidas por Francesco Tonucci y organizadas por la Asociació de Mestres Rosa Sensat, donde el tema principal era la Convención de los Derechos de los Niños. Me imaginaba que escuchar a Tonucci en directo iba a ser una experiencia interesante. Pero no solo fue una experiencia interesante sino también una experiencia reflexiva, entendedora y educativa.
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De estos 3 días he extraído 20 frases comentadas por Tonucci sobre el juego libre de los niños que me han parecido muy interesantes para entender el por qué de ciertas actitudes de los niños y para pensar otras tantas de los padres:

Jugar para un niño es la posibilidad de recortar un trocito de mundo y manipularlo, sólo o acompañado de amigos, sabiendo que donde no pueda llegar lo puede inventar. Así define el juego, el juego libre que es la verdadera necesidad del niño.
Todos los aprendizajes más importantes de la vida se hacen jugando en la primera etapa de vida (de 0 a 6 años). De aquí la importancia del juego en estas edades y el permitirles explorar en libertad.
Mientras el adulto juega para divertirse el niño juega para jugar. Entender esta diferencia nos permitirá valorar mejor el jugar. No les hace falta jugar para divertirse a los niños como a nosotros, ellos juegan por jugar!
Del juego libre solo tenemos que saber lo que nuestros hijos sólo nos quieran contar. Y ya está. No hacen faltan más preguntas sino el saber que ha disfrutado y que nos cuenta aquello que nos quiere contar. Miremos entre líneas si queremos pero no busquemos más.
Tenemos que hacer que nuestros niños tengan algo que contar. Y esto solo se puede hacer si el niños tiene tiempo de jugar libremente. Este debería de ser el material a llevar al colegio al día siguiente para trabajar.
El verbo jugar sólo se puede conjugar con el verbo dejar. No con acompañar o cuidar.
El juego es placer y no soporta vigilancia y acompañamiento. La autonomía es un camino que se enseña poco a poco y debemos fomentarla para que su juego pueda comenzar a ser menos vigilado y acompañado y pase a ser un juego libre.
El juego de un niño no se puede evaluar, pero si se evaluara habría que darle un 15 sobre 10. Es su tarea por excelencia y se ha de aceptar tal cual es, así como se debe de aceptar al niño. Tanto por lo que haga como por cómo lo haga debe de recibir un alago y nunca una crítica a su juego.
No sabemos cuánto gana-aprende un niño jugando. Ni tampoco nos debería preocupar ya que simplemente de la experiencia del juego libre el niño adquiere conocimientos. Lo importante es fomentar una experimentación variada y rica.
Se deberían tener pocos juguetes pero buenos.
Un juguete bueno es aquel que sin ser nada concreto puede ser todo. Facilitar juguetes a los niños que aporten variedad de juego tanto para jugar solos o con amigos, como para poder crear más de un juego con el mismo objeto: el barro, la pelota, piezas de construcción, las muñecas….
Jugar libremente significa salir de casa: jugar en la calle sin vigilancia del adulto, encontrarse con amigos, decidir un juego entre todos, dedicarle un tiempo libremente y vivirlo con ilusión o desilusión. Ambos sentimientos forman parte del juego.
Hoy la casa es una imitación de la ciudad, en ella están todas las comodidades pero está todo bajo vigilancia. Pero si la necesidad del niño es jugar libremente y compartir su tiempo con sus amigos, se entiende que un niño que no sale de casa no puede jugar.
Ofrecerle a los niños tiempo libre y la posibilidad de elegir los espacios donde jugar.
El juego necesita variedad de entornos para hacerlo más rico. Ir siempre al mismo parque (no adaptado para un juego libre de calidad), empobrece sus experiencias lúdicas.
Que los padres jueguen con los niños es perfecto si realmente los padres quieren jugar, sin fingir ni sentirse obligado. Pero tengamos presente que la verdadera necesidad del niño es jugar con otros niños libremente y tener la posibilidad de jugar con niños de diferentes edades.
Los padres pensamos que podemos pagar con juguetes nuestro sentimiento de culpabilidad por no poder dedicar más tiempo a nuestros hijos, pero lo único que conseguimos es hacer de nuestros hijos “propietarios de juguetes”, porque una vez pasada la excitación del momento del regalo y el rato de juego que no suele durar muchos días, el juguete pasa a formar parte de la colección de juguetes inmóviles en el cuarto de los niños.
Dejar jugar libremente y permitir que se encuentren con el riesgo en sus juegos (adecuado a sus edades), de esta manera conseguiremos una parte fundamental en la que se basa el juego que es la realización de un deseo.
Los niños necesitan disfrutar de sus ciudades porque de esta manera desfogan toda la energía acumulada que tengan de la escuela, la casa… Si les impedimos descargar esta energía en edades tempranas, evitaremos que exploten en la adolescencia.
Los juegos son seguros si lo utilizan para jugar libremente, es decir: si lo usan para lo que necesitan usar. Por ejemplo: unas tijeras de verdad, si las usan para cortar como las usamos nosotros, serán seguras!

Francesco Tonucci también conocido por el seudónimo "Frato", es un pensador, psicopedagogo y dibujante italiano. Es autor de numerosos libros sobre el papel de los niños en el ecosistema urbano y de artículos en revistas italianas y extranjeras.

Realizó estudios de pedagogía en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán. Con 28 años recibió una distinción en ese campo y empezó a satirizar la realidad de la escuela a través del nombre de “Frato”, nombre que surge al fusionar las primeras sílabas de su nombre.

Trabajó como maestro y, en 1966, se convirtió en investigador en el Instituto Psicológico del Consejo Nacional de Investigación, del que más tarde presidió el Departamento de Psicopedagogía, que lleva adelante el programa de educación ambiental. El objetivo de este programa es crear una base de datos "para y por los niños". Sus investigaciones se centran en el desarrollo cognitivo de los niños, su pensamiento, su comportamiento y la relación entre la cognición de los niños y la metodología educacional. En 1991 llevó a cabo en su pueblo natal el proyecto de Ciudad de los Niños, consistía en hacer una ciudad cuyo punto de referencia sean los niños. El proyecto tuvo mucho éxito y se extendió a distintos puntos del mundo.

Ya en 1991 fue nombrado presidente del “Comité Italiano de Televisión y Menores”, comité que pretende la protección de los niños. También es colaborador de la Ciudad de la Ciencia de Nápoles para “El taller de los pequeños” y colaborador científico del proyecto “El museo de los niños”, de Roma. Fue nombrado profesor honoris causa de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Pontificia Universidad Católica de Lima (Perú).



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