Miércoles
24.4.24

11 DE Septiembre DE 2014 | ARTE Y CRIANZA

Los cinco sentidos

Reflexiones de Magdalena Fleitas acerca de la importancia de la sensibilidad, estar atentos y seguir los sentidos y sentimientos de los chicos.

Las cinco ventanas

Los cinco mensajeros del alma, de la inteligencia

Los caminos para ir adentro, procesar y encontrar

A ese que habita donde los sentidos llegan

A ese que sale para bailar con lo que siente

A ese que un día sabe y conoce, porque primero sintió



Los chicos están a flor de piel, sus sentidos están abiertos al mundo, pero son vulnerables. Hay que cuidarlos, porque los sentidos se pueden tapar. Si los abrumamos con información precoz, este proceso de sentir y conocer de adentro hacia afuera, en un múltiple movimiento de ida y vuelta, se satura, se confunde. Porque también los chicos necesitan la aprobación de los mayores, del entorno y van a intentar moldearse a eso que se espera de ellos. Si los grandes exigimos y estimulamos que los chicos repitan un molde (aparentemente exitoso y competitivo), entonces, aún con protestas y rebeldías, los chicos van a intentar ser eso o no serlo, quedando referidos al molde, congelando su energía. Pero esto tiene un costo muy alto para sí mismos. Porque cada uno de nosotros tiene un potencial y lo mejor que podemos hacer como adultos padres, docentes y artistas, es ayudar a que los chicos encuentren sus tesoros, los desplieguen, descubran su propia voz y puedan compartirla con otros, haciendo la vida más feliz.



El proceso de sentir requiere espacio y tiempo.

En el aprendizaje de la vida, los chicos necesitan vivir sus procesos a su propio tiempo.

Podemos enriquecer la percepción hacia los cinco sentidos

Para que un fruto sea bueno, tiene que vivir su ciclo madurativo. Y sentir lleva tiempo, por eso es fundamental que los primeros años estén llenos de experiencias sensoriales. Que cada día tenga sensaciones nuevas para que puedan atesorarse en lo más profundo. Ya va a llegar el día en que ese niño pueda conceptualizar, formular ideas más complejas, hacer proyectos y registrarlos. Pero primero, llenemos el cuerpo de esa información que sólo se vive viviendo, sintiendo, mirando, oyendo, bailando.

Antes de abrumar a los niños con conocimientos, números, palabras, ideas y conceptos, podemos dejar que tomen contacto con aquello que exploran. Que metan las manos en la masa, que se impregnen de aromas, que disfruten de la piel y los masajes, del contacto amoroso y contenedor. Antes de explicarle los nombres de las notas, podemos musicalizarlos, llenarlos de sonidos, de canciones, dejarlos que exploren, para que la música esté con ellos. Hacerlos escuchar. En vez de pedirles que dibujen un modelito o rellenen una casita, que sean prolijos y usen los colores de una manera determinada, podemos incentivar a que se empapen en el maravilloso mundo de los colores, de la forma y de las texturas.


Activar el flujo del sentir en los chicos, esa puede ser una buena misión.

Dice el pedagogo musical Francisco Marques, en su libro “Muitas Coisas, Poucas Palavras- A oficina do Profesor Comenio e a arte de ensinar e aprender”.


Con los niños es más fácil ejercitar la apertura de los sentidos, porque en ellos los pensamientos no están al frente, no interfieren.

La inteligencia de los niños cuando entra al mundo, es como la semilla del árbol cuando entra en la tierra. La semilla todavía no es el árbol, pero el árbol ya está en la semilla.

La inteligencia de los niños cuando entra al mundo viene acompañada de cinco mensajeros: ver, oír, tocar, sentir, oler. Atraídos por el deseo de aprender, los cinco mensajeros se lanzan mundo afuera

Nuestra inteligencia nace con el deseo de aprender. ¿Y qué hacemos padres y profesores? Enseñamos a la inteligencia a aprender.

Vamos a usar los oídos para escuchar, los ojos para ver y la razón para jugar



¿Podemos Mirar y que aparezca en primer plano la forma y el color?.

Esa sí que es toda una sensación, no importa si eso que miramos es la cortina, si es un roble o un bambú. Experimentamos ver como ven los chicos antes de conocer qué es eso… formas, movimientos, colores, planos, relaciones.

¿Podemos sentir el sabor de nuestra boca en su interior? ¿A qué sabe? ¿Cómo es?

¿Y qué se oye a lo lejos?, ¿Dónde apoyan mis pies? ¿Cómo se siente mi respiración?

Sigo y me estiro, sonrío y comparto. Paro y escucho, ¿qué pasa en casa?


Allá vamos, a criar a nuestros hijos en esta apertura, cuidando sus tesoros verdaderos. El trabajo es entre todos. ¡Por suerte, porque estar cerca de los chicos es una gran oportunidad!



Por Magdalena Fleitas
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